Asistimos a un mundo en el que la información y el conocimiento son centrales en diversos aspectos de la vida humana. La creciente digitalización, favorecida por la revolución de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) y las nuevas tendencias tecnológicas asociadas a la Industria 4.0 o Cuarta Revolución Industrial, impactan sobre múltiples actividades productivas, sociales, culturales y políticas, sean de alta o baja complejidad. No estamos en presencia de un fenómeno exclusivamente técnico, sino que representa un momento de profundos cambios socio-culturales.

En consecuencia, el uso intensivo de información y la aplicación de conocimiento en una multiplicidad de actividades, se volvió fundamental para el desarrollo socio-productivo de los países, regiones y ciudades. No sorprende, entonces, que las naciones con mayor recorrido en el tema, vengan realizando esfuerzos considerables para fortalecer las capacidades tecnológicas e innovativas de sus organizaciones, tanto públicas como privadas. 

Las posibilidades de desarrollo y mejora de la calidad de vida de las personas dependen de manera creciente de las acciones que se desarrollen en el presente: cerrar las brechas digitales y tecnológicas, potenciar las actividades intensivas en conocimiento, estimular las redes de conocimiento, son algunos caminos posibles.